CAFÉ CON TÉ

Andaba yo haciendo una de mis excursiones a Zara Home cuando las vi por primera vez: unas tazas de té rebonitas con sus platos a juego, fue un flechazo total. Eran finas, con unos colores preciosos, y bastante baratas. En ese momento no las compré porque no bebo té, sino café con leche, y pensé que lo nuestro no podía ser.

Pero ha pasado más de un año y sigo con el runrún de las tazas de té. No solo me acuerdo de ellas cada vez con más frecuencia, sino que me arrepiento de no haberlas comprado (ya no están las del flechazo) y cada vez llaman más mi atención estos juegos de tazas y platos a los que, hasta aquel día, nunca les había hecho caso por considerarlos cosa de abuelas.

No se si será la edad, que estoy madurando o que vivo una etapa de gustos viejunos, pero deseo fervientemente tener un set de tacitas digno de una anciana inglesa. Ha llegado el momento de romper el protocolo establecido, no sé si escrito o no, que distingue las tazas de té y las de café y que nos priva a los más cafeteros de ser felices con nuestro menaje. De aquí a que lleguen los Reyes Magos me he propuesto hacer acopio de unas bonitas tazas, con sus correspondientes platos, para tomar mi café mañanero.

He visto tantas posibilidades que ahora no me decido. Quizás lo mejor sea comprar piezas sueltas y mezclarlas a mi libre albedrío, como las que aparecen en las fotos. Después de darle muchas vueltas he pensado que esta es la opción que mejor va conmigo. Así podré tener una buena selección e ir usándolas y combinándolas según lo que me apetezca en cada momento. Mis cafés van a ser mucho mejores una vez que empiece mi bonita colección de tacitas de té.

Fotos vía Pinterest